“Pedro, te tengo que contar una cosa. En mi casa no llegamos a final de mes. No vivimos en África sino en Villalba, a las afueras de Madrid, y todos los días tengo que dar un vaso de agua con un poco de azúcar a mi hija porque no tengo dinero para comprar leche”.

 

Este testimonio se lo contó una vecina madrileña a Pedro Puig, presidente de Aldeas Infantiles SOS, una entidad que acaba de dar un salto de popularidad por el reconocimiento del premio Princesa de Asturias de la Concordia, el máximo galardón de estos premios.

 

Cuando un representante de Aldeas recoja el premio este otoño en ese maravilloso y envolvente escenario que es el teatro Campoamor de Oviedo, las más de 300.000 familias que aportan dinero a esta organización, los más de mil trabajadores y los cerca de 400 voluntarios se acordarán de ese testimonio que una madre contaba a Pedro.

 

Según Pedro Puig, “uno de cada tres niños viven en España en riesgo de pobreza. En estos últimos ocho años, han caído los presupuestos de los servicios sociales y nosotros reclamamos un pacto de Estado por la Infancia, no queremos que sufran los menores. Siempre hay dinero para lo que se quiere. Un gobernante digno se preocupa de sus ciudadanos, especialmente de los más vulnerables. No es una cuestión de paternalismo sino de dignidad. Y se trata de un dinero de los ciudadanos”.

 

Esos ciudadanos han incrementado su colaboración con estas entidades, han cogido el testigo de las administraciones porque en España se ha duplicado el número de niños que han sido atendidos por Aldeas Infantiles. La pobreza también llega a la infancia.

 

Esta organización nació en 1949 después de la II Guerra Mundial, tras una época durísima con ciento de miles de niños en orfanatos, sin familias y mujeres viudas de guerra.

 

En 2017 Aldeas cumplirá en España su 50 aniversario y será un buen momento para hacer balance de una organización modélica que trabaja en 134 países y que siempre ha acogido a niños inmigrantes, de África y Asia especialmente.

 

También ha participado en el fomento de la Ley de protección infantil que se aprobó hace un año en España, pero donde siempre hay carencias, especialmente la falta de una estadística unificada para conocer la situación real de un país donde la gestión de estos temas recae en las comunidades autónomas. Esta dispersión en la gestión genera una falta de información y una ausencia de un registro único que pueda contabilizar las diferentes residencias, pisos compartidos o asistidos, distribuidos por todo el territorio nacional.

 

Siempre hay que tener en cuenta el interés superior del menor, el acogimiento familiar (sin la separación de los hermanos) y valorar cuidadosamente las situaciones de riesgo. Hay que seguir tutelando a estos chicos y chicas más allá de los 18 años. El apoyo debe ser permanente.

 

Aldeas también atiende a personas con discapacidad. Concretamente, tiene dos proyectos muy interesantes a través de su Fundación Empresa y Juventud, donde en dos centros especiales de empleo trabajan jóvenes con discapacidad intelectual y enfermedad mental empaquetando las cervezas la Alhambra y en un huerto ecológico, en Granada. 

 

En octubre, Aldeas Infantiles SOS se sumará a la larga lista de ganadores del Premio de la Concordia, como la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, la ONCE, Banco de Alimentos, Manos Unidas, Unicef… Premios merecidos. ¡Ojalá que esa madre vuelva a darle un vaso de leche a su hija!